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LA LINTERNA MÁGICA

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LA LINTERNA MÁGICA

LA LINTERNA MÁGICA

 

Un masaje mas de Redes Deportivas On Line de la mano de nuestro amigo Samaniego,


y si, digo de "la mano" como bien nos cuenta en esta letrilla.

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LA LINTERNA MÁGICA

Un novicio tenía en su convento
el entretenimiento,
cuando a solas estaba,
de tocarse el guión que le colgaba,
porque, como del claustro no salía,
gozar de otros placeres no podía.


Sorprendióle en sus sucios ejercicios
una vez el maestro de novicios,
y el converso, turbado,
queriendo se ocultase su pecado,
imploró la piedad del reverendo,
el cual así le dijo sonriendo:


-Hermano, yo conozco la flaqueza
de la naturaleza;
sé que en esta mansión de santa calma
nos domina la carne en cuerpo y alma,
y a perdonar sus culpas me acomodo;
pero quiero me diga de qué modo
puede hacerse ilusión consigo mismo,
pues, aunque usaba yo del onanismo
cuando era mozalbete sin dinero,
luego que descubrí cierto agujero
que tienen las mujeres,
sólo con ellas pude hallar placeres.

El novicio, admirando la clemencia
de su maestro, así a Su Reverencia
le descubre el secreto,
diciéndole: -Maestro, en un aprieto,
es mi imaginación ardiente y viva
quien me ayuda la parte sensitiva,
porque, en las ilusiones que me ofrece,
una linterna mágica parece.
Verbi gratia: figúrome que veo
pasar con lujurioso contoneo
a la Ojazos, y exclamo: “¡Ay, Dios! ¡Qué hermosa!”;
empuño, como veis, luego mi cosa
dándole... uno... dos... tres... golpes de mano
que a la Ojazos dedico muy ufano.
Después digo: “Ahora pasan las Trapitos
con melindres y adornos exquisitos;
¡qué morenas...! ¡qué provocantes!”;
y a su salud van dos pasavolantes.
Luego pienso: “Allá va la Zapatera,
que un mar de tetas lleva en la pechera.
¡Ay!, ¡qué gorda!, ¡qué blanca!, ¡qué aseada!,
¡qué pierna se la ve tan torneada!
Bien merece su garbo soberano
la dedique seis golpes de mi mano:
uno..., dos...” Aquí el fraile, que veía
que el novicio a lo vivo proseguía
su cosa golpeando
y que ya de la cuenta iba pasando,
le dijo: -Espere y, ya que así se aplica,
dígame a quién dedica
de su linterna mágica el pecado.


A que el novicio respondió siguiendo
su negocio, y la obra concluyendo:


-¡Ay, padre! Pues pasó la Zapatera,
esta va a la... ¡qué gusto...! a la cualquiera.